Shanghái, el camino de sirga que se convirtió en bosque de rascacielos
Gracias a que acogió una prestigiosa civilización durante 5000 años, la ciudad ha conseguido pasar de los arrozales a los rascacielos en apenas tres décadas y sin perder un ápice de su identidad. Ni sus empanadillas. Ni sus magnolias. Ni su jazmín.
Descubra Shanghái a través de su río, el Huangpu. En poco más de un siglo, los pequeños caminos de sirga que lo bordeaban han dado paso a una inmensa megalópolis donde conviven 24 millones de habitantes. En su orilla izquierda se encuentra el Bund. A comienzos del siglo XX, las potencias extranjeras que obtuvieron concesiones para comerciar en la ciudad, principalmente los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, construyeron en este muelle del Bund un pequeño Wall Street chino, donde se concentran imponentes y preciosos edificios art déco.
Frente a ellos, en la orilla derecha, se extiende el distrito de Pudong, que en un lapso de treinta años ha visto como los arrozales dejaban paso a la mayor concentración de rascacielos del mundo. ¿Pero cómo han vivido los shanghaianos esta trepidante transformación? Su buen humor ha permanecido intacto y la energía que transmiten a su ciudad se siente en cada rincón.
Aquí podrá además disfrutar degustando pez mandarín en una de las numerosas terrazas con impresionantes vistas a la ciudad. Pruebe también las empanadillas al vapor y los fideos salteados en las calles del casco antiguo o, mejor aún, en los barrios que todavía escapan a las guías turísticas. Déjese seducir por los aromas de jazmín, magnolias y especias. Y no pierda la ocasión de callejear por la antigua Concesión Francesa.
A pesar de que sus habitantes han sabido sacar partido a las pequeñas plazas flanqueadas por plataneros, herencia inequívoca de la época colonial, todavía quedan callejuelas desconocidas para los extranjeros, donde los shanghaianos de a pie se reúnen a cualquier hora del día en pequeños patios a pasar el rato entre vecinos. Descubra la poesía hechizante de la lengua china. ¿Acaso nombres como el «Salón de la ternura» o el «Pabellón de la mirada silenciosa» no le transportan a los más dulces sueños? Visite el templo Jing'an para rezar a Buda en pleno corazón de la actividad financiera. Regálese una estancia en hoteles de un nivel arquitectónico que nada tiene que envidiar a Occidente. ¡Shanghái le espera!
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